martes, 3 de octubre de 2017

Cierva de la Cueva de Altamira.


La obra propuesta es un claro ejemplo de arte rupestre, en el que se emplean las paredes de una cueva como soporte pictórico. Representa una cierva en una actitud de carrera. Se trata de una figura policromada en la que se utilizan tonos tierra y rojos para dar color al animal y se deja el negro para las líneas que delimitan los trazos del dibujo.

La pintura rupestre se desarrolla de forma habitual durante el Paleolítico Superior. En este periodo se establece una clara diferencia entre los lugares destinados a la vivienda y los espacios dedicados a diferentes rituales. Mientras aquéllos eran lugares creados por las manos de sus ocupantes, éstos eran cuevas o cavernas que se encontraban en la naturaleza, por lo que se cree acertada la idea de que los habitáculos decorados con pinturas rupestres eran considerados como espacios sagrados. Las pinturas están cargadas de simbolismo y, en muchas ocasiones, responden a ritos o ceremonias de carácter mágico-religioso. Se conoce como «magia simpática» este hecho de representar la acción que se desea realizar más tarde. Habitualmente se relaciona con la caza, y por eso aparecen animales representados en distintas actitudes o con lanzas clavadas, de la misma forma que se deseaba que ocurriera en las cacerías. 

El lugar en el que se situaba cada una de las figuras rupestres no era algo dejado al azar, sino que el «artista» paleolítico elegía con mucho cuidado la ubicación de cada imagen dentro de la cueva. Los animales ofrecen diferentes posturas, adaptándose a los salientes de las rocas, y a través de éstos se buscaba crear volúmenes, pero no con el color, el trazo o el sombreado. De este modo, el pintor debía dominar a la vez la pintura, el dibujo y el muro accidentado que le servía de soporte. 

La cierva que aparece reproducida en la imagen pertenece al complejo de Altamira, situado en la Cordillera Cantábrica, en las inmediaciones de Santillana del Mar. En esta misma zona geográfica también se encuentran otras cuevas con pinturas rupestres de la misma época, como las de El Castillo, Las Chimeneas y La Pasiega. 

El conjunto de Altamira cuenta con dos estancias: 

* La más externa tiene el techo cubierto en su totalidad con pinturas que representan en su mayor parte bisontes y ciervos

* La segunda estancia, más profunda, pequeña y oscura, está cubierta con pinturas monocromas. 

La cierva de la imagen se encuentra situada en el gran techo de la primera estancia, donde los animales aparecen generalmente aislados, aunque en alguna ocasión hay pequeños grupos de ellos superpuestos. La actitud de las figuras es completamente natural e instantánea. Cada una de ellas muestra una postura que parece ligada a una acción determinada: la cierva parece correr y, por el volumen de su vientre, también da muestras de un posible estado de gestación. Pero la acción no está situada en un espacio concreto, ya que se limitan a presentar la naturaleza según era observada en un momento determinado, sin necesidad de ligarla a una sucesión narrativa. La presencia de figuras antropomórficas es escasa en esta sala y, cuando aparece, lo hace de manera muy esquemática en comparación con las pinturas de animales. 

Esta cierva de Altamira es una bella muestra del significado y las cotas que llegó a alcanzar la pintura rupestre anterior al 8.500 a. C., tanto en España como en el resto de Europa. 

Fuente: Historia del Arte (Nexos), Santillana, 

martes, 20 de diciembre de 2016

LA NATIVIDAD

Durante el reinado de Herodes el Grande, María, hija de Joaquín y Ana, vivía en Nazaret (Galilea). Estaba casada con José, un modesto carpinterio, y ambos eran descendientes de la familia de David. En esta época, el emperador Augusto ordenó que se hiciese un empadronamiento de todos los súbditos del imperio romano, para lo cual debían inscribirse en  el pueblo de donde la familia de cada uno era originaria. María y José, para cumplir  este mandato, se dirigieron a Belén, ciudad de David, teniendo que alojarse en un establo abandonado debido a su extremada pobreza. Allí tuvo lugar el nacimiento de Jesucristo. 

Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
Evangelio de Lucas, 2:1-7

La representación en las artes del viaje de Nazaret a Belén es infrecuente por las similitudes que presenta con la huida a Egipto. El tema de la Natividad fue tratado de forma diversa por la tradición bizantina y la occidental. Mientras en Bizancio la Virgen aparece recostada, agotada tras los esfuerzos del alumbramiento y asistida por comadronas occidente insistirá más en la relación materno-filial.


Guido de Siena, Natividad. Siglo XIII. París, Museo del Louvre.

A partir del siglo XV la escena se convirtió en una Adoración del Niño Jesús con presencia de pastores en la que la madre figura arrodillada, orante ante el recién nacido que irradia luz.  Ambas tradiciones comparten el carácter íntimo de la escena y la presencia casi anecdótica de José.




Tintoretto. Adoración de los pastore, 1580. Scuola di San Rocco en Venecia.

El cuadro se organiza en dos partes. En la inferior podemos ver a los pastores ofreciendo presentes a la Sagrada Familia que se encuentra en la parte superior, incorporando un tercer registro a través de las maderas del techo donde está representado la parte celestial, llena de luz y ángeles. 






miércoles, 16 de septiembre de 2015

LA EMPERATRIZ TEODORA, UNA VIDA APASIONANTE.


La emperatriz Teodora y su séquito, hacía 547 d.C. Ravena, Basilica di San Vitale.

Se quiera o no, hay que alzar la vista hacia Teodora, porque su retrato se encuentra en un mosaico situado muy por encima de la cabeza de los observadores. El lugar: la iglesia de San Vitale, en Ravena. Desde la otra pared, la mirada de su esposo Justiniano, emperador del Imperio bizantino, se pierde más allá de los visitantes. Teodora lleva también las insignias del poder claramente visibles: la diadema triple de piedras preciosas con largas sartas de perlas, la toca enjoyada y, sobre los hombros, el manto de púrpura. 

La emperatriz no está alineada con su séquito, y su silueta es la única que no tiene ninguna otra superpuesta. Va por delante de sus acompañantes, encabezando una procesión que transporta un cáliz hacia la iglesia. Un funcionario sujeta la cortina de la puerta y la oscura oquedad contrasta con la claridad dorada de la escena al aire libre. La comitiva se destaca sobre un fondo verde; de una fuente brota agua, y sobre las damas cuelga un toldo de ricos colores. La emperatriz está bajo un baldaquino apoyado en columnas de piedra. Aunque según la tradición Teodora era pequeña, aquí sobrepasa a sus cortesanos debido a su posición en primer plano y a su alto tocado. De esta manera lo prescribían las reglas del protocolo a los artistas que realizaron el mosaico a mediados del siglo VI.

Las imágenes del emperador cumplían en Ravena una función política: daban fe de la presencia del soberano en una ciudad que acababa de ser reconquistada para el Imperio. Se situaban en la iglesia porque el emperador de Bizancio era considerado jefe religioso y vicario de Cristo en la tierra. Por eso reluce el nimbo dorado tras la cabeza de Teodora, como reflejo de la luz divina. Se la iguala así a los santos y a los apóstoles, un ascenso considerable para la guardiana de los osos, hija del barrio del Hipódromo de Constantinopla.

Los eunucos ayudan a gobernar

Hacer carrera rápidamente no era algo extraordinario en la dinámica sociedad bizantina. El hombre de confianza de la emperatriz, Narsés -probablemente también retratado en el mosaico-, nació en Armenia en el año 480 en una familia de esclavos. Hombre sin formación, "flaco y débil a juzgar por las apariencias", se abrió camino gracias a su arrojo y a su competencia técnica, que puso de manifiesto en instancias tanto políticas como militares. Los amos podían confiar en él. Por exigencias de la etiqueta, Narsés está representado en una actitud humilde, con las dos manos escondidas en el manto, ya que a los señores divinos no les está permitido acercarse a las "manos impuras". Los dos hombres representados en el mosaico llevan la indumentaria de los dignatarios bizantinos, el uniforme de la administración civil, organizada militarmente. El llamado "cinturón de dignatario", que se llevaba sobre la túnica blanca corta, queda casi tapado por el largo manto sujeto en el hombro derecho. El rango lo determinan el color del manto y el trozo de tela cuadrado cosido sobre este, que se llamaba tablion. El del emperador era de oro, y el de Narsés, de valiosa púrpura, reservada al más elevado de los siete dignatarios. 

Incluso los zapatos blancos y negros forman parte del uniforme. Constituían una porción del salario y los entregaba el emperador en persona junto con el certificado de nombramiento. Muchos de los dignatarios tenían que pasar por una escuela de leyes y aprobar difíciles exámenes; otros, como Narsés, llegaban al cargo por la práctica. Los padres que deseaban facilitar a sus hijos el ascenso a las más altas instancias, los hacían castrar muy pronto, ya que los eunucos y los sacerdotes no podían llegar a ser emperadores en el Imperio bizantino, y, por lo tanto, no suponían una amenaza para el soberano. Narsés también era eunuco. Los emperadores bizantinos llevaban una vida llena de riesgos a pesar de, o precisamente por, su poder ilimitado. Temían la presencia de posibles rivales en las altas esferas, porque podían surgir en cualquier momento intrigas en la corte, complots militares o rebeliones populares.




En teoría, el emperador era elegido directamente por el pueblo, pero en la práctica tomaba la decisión un pequeño grupo del ejército. Justiniano, por ejemplo, a finales del siglo V, era hijo de unos campesinos de un pueblo de Tracia, pero su tío, un soldado diligente, fue inesperadamente proclamado emperador por las tropas y Justiniano lo acompañó a la capital, Constantinopla, donde recibió una educación excelente y no tardó en convertirse en el brazo derecho del soberano. Estaba pues en condiciones de asegurarse el trono, y en el año 527, a la muerte de su tío, Justiniano pasó a ser el sucesor de César y Augusto, es decir, señor absoluto de un imperio que seguía llamándose romano, a pesar de que hacía ya dos siglos que no se gobernaba desde las orillas del Tíber, sino desde el Bósforo. El primer emperador romano cristiano, Constantino, estableció allí la capital del Imperio. Antes de recibir el nombre de Constantinopla, la ciudad se llamaba Bizancio. Justiniano heredó un territorio inmenso a lo largo del litoral oriental del Mediterráneo, unido tan solo por la religión cristiana y por la persona del emperador. 

Las regiones occidentales del antiguo Imperio romano habían caído en manos de los pueblos germánicos. Cuando Justiniano accedió al poder, en Roma y Ravena reinaban los ostrogodos. El emperador se impuso como la misión de su vida la restauración de las antiguas fronteras del Imperio romano y triunfo en su empeño, pero dos de las regiones conquistadas por sus generales, Italia y el norte de África, volvieron a perderse tras su muerte. En cambio, el Imperio no cayó hasta 1453. 

Una mujer sostiene a su marido.

La única imagen conocida de la emperatriz Teodora es esta de Ravena, con los ojos oscuros excesivamente grandes y la cara estrecha. La emperatriz, que ya no era joven, debía de tener por entonces unos 50 años (no se conoce la fecha de su nacimiento). Murió en el año 548, casi al mismo tiempo en que se inauguraba la iglesia en la que se halla retratada. La imagen se realizó a partir de un modelo de Constantinopla, ya que Teodora nunca estuvo en Ravena. 

Los rasgos de Teodora muestran el deterioro ocasionado tal vez por una enfermedad, o tal vez por al dureza de gobernar en unos en unos tiempos que resultaron especialmente difíciles. Hasta el año 540 se propagó por el Imperio bizantino una epidemia de peste que diezmo la población y arruinó la economía. Cuando el mismo Justiniano contrajo la enfermedad, toda la responsabilidad recayó sobre Teodora. La emperatriz, que parecía controlar la situación, impidió posibles complots subversivos y se ocupó la administración del Imperio y de las campañas militares, ante la insatisfacción de los generales. Alcanzó la cumbre de su poder y gobernó durante meses como señora absoluta de un estado patriarcal que solía relegar a las mujeres a las tareas consideradas propias de su sexo. Tenía experiencia en los asuntos de gobierno porque Justiniano la había dejado participar en ellos desde el principio, pese a que ello no se ajustaba ni a la tradición ni a la Constitución. Pero Justiniano deseaba compartirlo todo con la mujer a la que adoró durante toda su vida. La llamaba “el más dulce encanto”, y también por el significado griego de su nombre, “don de los dioses”.

Cuando se enamoró perdidamente de una mujer de 20 años, Justiniano era ya el asesor del emperador y aspirante al trono. Teodora, sin embargo, pertenecía a la clase baja. Actuaba desde muy joven en espectáculos de variedades. Aunque no sabía ni cantar ni bailar, tenía un gran éxito con sus destapes humorísticos. Parodiando a Leda, salía a escena con un ganso que debía ir picando, mientras ella se movía sensualmente, los granos escondidos entre sus muslos "Era de esa clase de chicas -relata Procopio, el coetáneo por el que sabemos todo esto- que regocijaba al público y que le arrancaba grandes risotadas al levantarse la falda". Con mayor claridad aún se expresa el obispo de Éfeso: "Teodora venía de un burdel".

Nadie, ni siquiera la Iglesia, puso objeciones cuando el favorito del emperador se enamoró hasta tal punto de esa muchacha que decidió hacerla su esposa. Teodora, fue coronada junto a Justiniano y, desde ese momento, ni siquiera sus más feroces enemigos -y Procopio era uno de ellos pudieron reprocharle ni la menor ligereza. Desempeñó su nuevo papel con dignidad, pero sin olvidar sus anteriores experiencias, tal como demuestra un edicto contra la prostitución decretado por ella. De su dura vida en el Hipódromo, el desprestigiado barrio del placer de la capital, extrajo su sentido de la realidad y su fuerza de voluntad.

En el año 432, cuando durante una revuelta popular se quemaron barrios enteros de la ciudad y se sitió el palacio, el emperador y sus asesores consideraron la posibilidad de exiliarse por mar. Teodora, que era la única mujer, aconsejó a los hombres que lucharan y que se negaran a huir, "No quiero dejar nunca la púrpura -declaró-, ni llegar a ver el día en que los que me encuentren no la llamen emperatriz. La púrpura es un buen sudario". Guiados por su consejo, los generales de Justiniano sofocaron los levantamientos. Dieciséis años más tarde, Teodora se llevó a la tumba su manto de purpura.



Intrigas en el santo palacio

Estas dos damas no se han podido identificar con seguridad, pero mientras que las cinco acompañantes del fondo están representados siguiendo un mismo patrón, las dos más cercanas a la emperatriz presentan rasgos peculiares: la mayor, de pómulos saliente, podría ser Antonina, mayordoma de palacio y esposa del renombrado general Belisario, mientras que la más joven, de rasgos parecidos, quizá sea su hija Joanina




A la emperatriz y a Antonina las unía un pasado agitado sobre los escenarios, y las dos pasaban por hacer gala de una fuerte personalidad, gracias a la cual ejercían una gran influencia sobre sus maridos. Dicha influencia, muchos de sus coetáneos solo se la explicaban como el resultado de los efectos de una pócima mágica. El general Belisario, por ejemplo, parecía estar completamente a merced de su mujer, no podía separarse de ella ni en el campo de batalla, y cerraba los ojos una y otra vez ante sus numerosas aventuras extramatrimoniales. Teodora protegía a su amiga a pesar de su escandaloso estilo de vida, pero no solo por pura amistad. A través de Antonina conseguía tener controlado también al popular general Belisario, que podía convertirse en un rival peligroso para Justiniano. Además, Antonina le resultaba útil en muchas intrigas. En los "suntuosos aposentos del santo palacio", bien informadas por el servicio secreto organizado por Narsés, las dos amigas tramaban la política de la emperatriz y la eliminación de todos aquellos que se interponían en sus propósitos. Antonina, por ejemplo, tendió una trampa a un todopoderoso ministro de Hacienda que había osada calumniar a la emperatriz ante Justiniano: después de haber ocultado en una estancia algunos a algunos testigos de confianza, hizo admitir al desprevenido individuo que tenía ambiciones al trono, y de este modo quedó sellado su destino.

La misma Antonina llevó a cabo en el año 537 los planes de Teodora en Italia, adonde había acompañado a su marido. Por orden de la emperatriz que tan lejos se hallaba, convenció al vacilante Belisario para que destituyera al recién elegido papa Silverio, a quien sustituyó a la fuerza por un favorito de Teodora. Al parecer, un sirviente de Antonina asesinó a Silverio en el destierro por orden de Teodora, al menos, así lo asegura Procopio, el secretario de Belisario que odiaba a Teodora, y también algunos autores descontentos con su política religiosa. 

La emperatriz apoyó durante toda su vida a la secta cristiana de los monofisitas, cuyos seguidores vivían principalmente en Egipto y Siria. Incluso llegó a esconder a un obispo de esta secta perseguida en los aposentos de palacio reservado a las mujeres. Los monofisitas creían que Cristo tenía una solo naturaleza, divina, y no una naturaleza humana y otra divina como postulaban los ortodoxos. Estos cristianos eran perseguidos como herejes, incluido el prelado encubierto por la emperatriz. El objetivo de Teodora, consentido por Justiniano, era colocar a la cabeza de la Iglesia a un papa que simpatizara con sus protegidos. Y para conseguirlo ella consideraba legítimos todos los medios. Cuando el pontífice impuesto por Belisario dejó de responder a sus expectativas, Teodora lo hizo secuestrar y trasladar a Constantinopla para poder presionarlo. Al parecer, alcanzó su objetivo poco antes de su muerte: el papa cedió y los monofisitas fueron rehabilitados. Estos ensalzaban a la emperatriz como la "enviada de Dios para proteger a los perseguidos de los peligros de la tormenta". A la larga, sin embargo, vencieron los ortodoxos. Y fueron ellos quienes escribieron la historia, en la que Teodora sale muy mal parada.

La seda como símbolo de categoría social.

En el ribete del largo manto de Teodora, sobre el vestido blando cubierto de pedrería, aparecen, bordados en otro, los tres Reyes Magos entregando sus ofrendas. El detalle está realizado con minuciosidad a base de teselas vidriadas de colores y formas diferentes. Para los dos retratos de los emperador que hay en San Vitale se utilizaron 322.560 teselas, muchas de ellas de oro. Su resplandor ha perdurado durante más de un milenio y todavía siguen reflejando la luz desde su irregular base de argamasa.




No se conoce ni a los maestros que diseñaron esta obra ni a los que la realizaron, puesto que los mosaicos no se firmaban. Podrían ser naturales de Italia. donde la tradición romana todavía estaba muy presente, o de Constantinopla. En la ciudad del Bósforo había muchos artistas excepcionales, y durante toda la Edad Media se produjeron en ella bienes de lujo destinados a Europa: marfiles, joyas y, sobre todo, preciosos tejidos. El sector textil, el más importante de la economía, adquirió unas dimensiones casi industriales. Pero el "taller de la pompa" que era Bizancio no trabajaba solo para la exportación (minuciosamente controlada en las aduanas), sino sobre todo para la corte imperial: la ostentación de riqueza era una política buscada. 

"Mediante la belleza de las ceremonias  -enfatiza un funcionario del protocolo bizantino-, la autoridad imperial parece más absoluta e inmensa, e impresiona tanto a los extranjeros como a los súbditos del Imperio." El soberano se consideraba el representante de Dios en la tierra. Un poeta de la época relata cómo algunos bárbaros recibidos en audiencia, al traspasar el umbral del palacio, creían hallarse en el cielo debido a tanto resplandor. 

La etiqueta, que al tiempo que destacaba al emperador entre el resto de los hombres lo defendía de ellos, prescribía asimismo la vestimenta adecuada. Ciertos tonos de color estaban reservados exclusivamente para la familia imperial. A la persona no autorizada que se atreviera a utilizarlos en su acicalamiento personal le esperaba la pena de muerte. La "verdadera púrpura" de Tiro, extraída de una especie de caracoles marinos, se reservaba especialmente para confeccionar la indumentaria imperial. Sus matices iban desde el escarlata hasta el valioso amatista lila-marrón que tiñe la seda del manto de Teodora. El hecho de que la mujer situada junto a ella lleve un tono parecido al suyo denota su situación privilegiada. Antonina y otras cortesanas se cubren la cabeza con esclavinas blancas estampadas, según la moda oriental de la época. Todas recibían sus ricos ropajes en determinadas festividades de manos de la emperatriz, ya que los tejidos de seda eran un monopolio estatal. 

La seda llegaba en caravanas procedentes de la lejana China a través de Persia, durante cuya travesía en cualquier momento los caminos podían verse bloqueados. Después de la muerte de Teodora, astutos monjes bizantinos consiguieron pasar de contrabando orugas del gusano de seda introducidas en bastones huecos. Y también Bizancio guardó el secreto de la seda, que siguió siendo un símbolo de categoría social. El motivo de los Reyes Magos bordado en seda aparece en otro mosaico de Ravena, en este caso en la iglesia de Sant´Apollinare Nuovo. En él se puede apreciar lo que en el de San Vitale solo se intuye, que los reyes de la Biblia no tienen derecho a la púrpura y que tampoco le corresponden las aureolas, y en cambio a Teodora sí. 


Rose-Marie & Rainer Hagen, Los secretos de las obras de arte. 100 obras maestras en detalle. Taschen.










lunes, 10 de agosto de 2015

EL ESPEJO Y EL ARTE. LA METÁFORA DE LA METÁFORA.

Entre los objetos dotados de un marcado valor simbólico, el espejo ocupa una posición privilegiada. Su ambivalencia y la multiplicidad de los significados que encierra tienen su reflejo en la riquísima iconografía que desde la Edad Media hasta nuestros días ha intentado representarlo.
El espejo reviste un doble significado, tanto desde el punto de vista moral como cognitivo. El primero, de naturaleza generalmente negativa, se presenta mediante el mito de Narciso o en las alegorías de los pecados de lujuria, vanidad y soberbia. Por el contrario, tiene una aceptación positiva como símbolo de conocimiento interior o iniciático (espejo mágico) y de la virtud de la prudencia. Su etimología refleja esta doble exégesis: el speculum latino pone de manifiesto el significado del conocer, "escudriñando" en la imagen de la realidad; el término francés "miroir" se detiene en la función contemplativa del "mirarse", que da por sobreentendida una observación complacida de uno mismo.
En la primera parte del Cinquecento este instrumento de indagación adquirió una importancia estratégica en el gremio de los pintores, que querían afirmar la superioridad de la pintura respecto de la escultura. Gracias a la superficie reflectante de los espejos estaban en condiciones de presentar una visión "de cuerpo redondo" de los objetos, ofreciendo también al espectador los más ocultos ángulos de los cuerpos representados.


Caravaggio, Narciso. 


Giorgio Vasari. Aseo de Venus.
Asociado a la figura de la diosa del amor, el espejo se transforma en un potente instrumento de seducción. El espejo es el medio a través del cual el hombre puede contemplar la dimensión de lo divino; la visión directa de la divinidad no ha sido concedido a los mortales, so pena de ceguera o de muerte. 

Hans Baldung Grien. Las tres edades y la Muerte.
La clepsidra que sujeta la Muerte simboliza el inexorable paso del tiempo. En el espejo está reflejada la imagen de la Muerte, que desvela sin piedad la fugacidad de la belleza. La muchacha contempla su propia juventud sin ver en ella su cualidad efímera y fuga. La figura de la Muerte está ligada al motivo de la Vanitas y a lo efimero de los placeres terrenales.


Georges de la Tour, Magdalena penitente.
El "espejo del alma" es un medio de conocimiento interior. El primer paso para comprender el camino de la virtud consiste, en efecto, en "mirarse hacia dentro". 

Diego Velázquez. Las Meninas.
El espejo utilizado por el pintor como una sabia alegoría de la pintura entendida como creación especular de la naturaleza. El espejo revela lo que queda fuera de la escena, lo no contado pero presente, el misterio de la representación. 


William Holman Hunt, La dama de Shalott. 
La dama de Shalott, inspirada en la novela de Alfred Tennyson, podía ver a aquellos que se acercaban a su castillo con solo mirar a través de un espejo mágico. El círculo mágico tiene prisionera a la muchacha en el espacio de acción del encantamiento. 


En definitiva, El espejo es el diafragma entre dos dimensiones cognitivas: el mundo de las ideas y la realidad sensible, su pálido y evanescente reflejo.

martes, 11 de noviembre de 2014

Poéticas de la desposesión. Documental Proletario



Poéticas de la Desposesión” es el nombre que adopta el ciclo de cine documental que ha organizado el Museo Nacional de Arte Reina Sofía, al albur de la exposición “Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939”. Un género, que se originó a raíz de la gran crisis económica que se produjo en 1929, Fue un instrumento crucial, para representar a través de la imagen, los devastadores efectos sociales y económicos que tuvo esta gran crisis en las clases más desfavorecidas. Un Ciclo de cine, absolutamente pertinente, y de urgente actualidad. ¿Cuántas crisis económicas más hacen falta para demostrar que el Sistema Capitalista no es que esté en crisis es que es así?.

Una luz dura sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera (1926-39) I


¿Qué es el llamado movimiento de la Fotografía Obrera?. ¿Qué papel jugó en la Historia de la Fotografía y en la historia política contemporánea?. Son preguntas a las que esta exposición, que podrá visitarse hasta el próximo día 22 de Agosto en el Museo de Arte Reina Sofía, trata de dar respuestas. Esta modernidad en la fotografía, denominada Nueva Visión, significó una fusión muy importante entre las vanguardias políticas y artísticas del periodo de entreguerras. Por ello su desarrollo en los diferentes países en los que se dio fue desigual, y padeció las contradicciones y dificultades que políticamente se estaban planteando desde la Izquierda para hacer frente al Hegemonía virulenta del Capital.

miércoles, 24 de julio de 2013

EL ARTE EN TU MÓVIL.


Descarga la aplicación de box en tu móvil (iphone o smarthphone) y accede a todo el material.

1. Busca la carpeta de tu materia. Historia del Mundo Contemporáneo y accede al material.

 

Temas  y presentaciones. 


 




martes, 4 de junio de 2013

Preguntas cortas de Arte contemporáneo.

NEOCLÁSICO.
Arquitectura:
- P. Vignon: Iglesia de la Madeleine, en París.
- J.G. Soufflot: El Panteón de París, en París.
- Francisco Sabatini, Puerta de Alcalá, en Madrid.
- Juan de Villanueva, Museo del Prado, en Madrid.
Escultura:
Antonio Canova:
- Paulina Bonaparte.
- Amor y psique.
- Teseo.
- Las tres Gracias. 
Bertel Thörwalsen: Jasón.
Pintura:
J.L. David: El Juramento de los Horacios, la muerte de Marat. 
A.R. Mengs: El Parnaso.
J.D. Ingres: La bañista de Valpinçon.
G. Tiépolo: Frescos del Palacio Real. 

Mencione cuatro pintores del romanticismo, indicando alguna de sus obras más representativas S 2010).

- Théodore Gericault: La balsa de la medusa. 
- Eugéne Delacroix, La libertad guiando al pueblo, la matanza de Quíos, la muerte de Sardanápalo.
- John Constable: El carro de heno.
- Joseph Turner: Lluvia, vapor y velocidad. 
- Caspar David Friedrich: El naufragio de la esperanza. 

Mencione cuatro escultores contemporáneos, indicando una obra significativa de cada uno de ellos (J 2005)
- Rodin: El pensador, el beso.
- Brancusi: Pájaro en el espacio.
- Giacometti: hombre caminando.
- Pablo Gargallo: El profeta.

Menciones cuatro “ismos” del siglo XX, indicando un pintor representativo de cada uno de ellos con alguna obras significativa (J 2004, J 2006, J 2010)
Mencione cuatro pintores del siglo XX, indicando alguna de sus obras (S 2009, s 2010)
Menciones cuatro pintores españoles del siglo XX, indicando una obra de cada uno (S 2005)

- Fauvismo. Henri Matisse. La danza, la habitación roja.
- Expresionismo. Edvard Munch. El grito.
- Cubismo. Pablo Picasso. Las señoritas de Avignon.
- Surrealismo
* Joan Miró. El Carnaval del Arlequín. 
* Salvador Dalí. La persistencia de la memoria. 
* Realismo mágico. Antonio López. Nevera nueva.

Mencione cuatro pintores del Expresionismo, indicando sus rasgos más destacados y alguna de sus obras más significativas (S 2008)
- E. Munch. El grito.
- Kirchner. Artilleros.
- Gustav Klimt, El beso.
- Eric Heckel, Casas rojas.
- Expresionismo abstracto. Pollock. Ojos en color.


jueves, 30 de mayo de 2013

Preguntas cortas 4. Barroco.


* Señale cuatro arquitectos del Barroco y sus obras más características ( S 2008).

- Carlo Maderno: Fachada de San Pedro del Vaticano.
- Gian Lorenzo Bernini: Plaza de San San Pedro, San Andrés del Quirinal, San Carlos de las Cuatro fuentes, San Ivo de la Sapienza. 
- Francesco Borromini: Iglesia de San Carlos de las Cuatro fuentes. 
- J.H. Mansart: Palacio de Versalles. 
- Álberto Churriguera: Plaza Mayor de Salamanca. 

* Mencione cuatro escultores del Barroco, indicando alguna de sus características y obras principales (S 2006, J 2007.
* Menciones cuatro ejemplos de escultura barroca española, indicando sus características más importantes (S 2007)

- Gian Lorenzo Bernini (1598-1680). David, Apolo y Dafne, Éxtasis de Santa Teresam fuente de los Cuatro Ríos.  
- Gregorio Fernández (1576-1636). La piedad.
- Juan Martínez Montañés. Cristo de la Clemencia. 
- Alonso Cano. Inmaculada Concepción.
- Pedro de Mena. Magdalena Penitente. 
- Francisco Salzillo (1707-1783). La oración en el huerto. 


* Mencione cuatro pintores del Barroco español indicando sus obras más características (S 2005, j 2009)
- José de Ribera: San Andrés, Martirio de San Felipe, El sueño de Jacob, El Patizambo.
- Francisco de Zurbarán: Bodegón y San Hugo en el Refectorio.
- Diego de Velazquez: El aguador de Sevilla, Vieja friendo huevos, la Adoración de los Magos, la fragua de Vulcano, la rendición de Breda, Venus del espejo, las Meninas, la fábula de Aracne (las Hilanderas).
- Bartolomé Esteban Murillo: Sagranda familia del Pajarito, Inmaculada Concepción. 

Preguntas cortas. El Renacimiento.