martes, 19 de marzo de 2013

COMENTARIO. MEZQUITA DE CÓRDOBA.


La mezquita de Córdoba pretendía ser la réplica de la gran mezquita de Damasco, pero acabó rivalizando con ella en belleza e innovaciones. Sus arquitectos adaptaron tradiciones locales a las necesidades constructivas islámicas. Conceptualmente, el conjunto remite a las mezquitas norteafricanas, al uso de las dovelas bicolores de la arquitectura romana (color blanco de la piedra y rojo del ladrillo) y a los arcos de herradura de los visigodos.
Sus sucesivas ampliaciones abarcan un periodo que va desde el siglo VIII hasta el siglo X, desde el emirato que la erigió, aportando soluciones técnicas, hasta el califato que la dotó de esplendor y riqueza.
Hoy en día se conserva con toda su magnificencia a pesar de que en medio de la sala de oración fue construida, en el siglo XVI, una catedral cristiana. 

Nombre: Mezquita de Córdoba.
Arquitecto: Desconocido. Comitente: Abd al-Rahman I. Posteriormente realizaron ampliaciones significativas: Abd al-Rahman II, Al-Hakam II y Al-Mansur.
Cronología: 785-788 (Abd al-Rahman I), ampliada sucesivamente en el 833, 855, 962-966 y 987.
Localización: Córdoba. 
Estilo: Hispanomusulmán.
Materiales: Piedra, ladrillo, madera y, como material decorativo, yeso.
Dimensiones: 178 x 125 metros. 
EXTERIOR
El exterior para una muralla, sin fachada principal salpicada por numerosas puertas de acceso; sobresalen los contrafuertes, terminados en almenas.
Las puertas, de inspiración romana e imitadas por el arte hispanomusulmán posterior, constan de tres cuerpos: uno central la puerta de acceso, y dos laterales que simulan puertas ciegas, la parte superior está profusamente decorada con arcos de herradura o lobulados y celosías. 
PLANTA
El inmenso sahn o Patio de los narajos, cuyos árboles reproducen la distribución de los soportes interiores de la sala de oración, alberga cuatro sabils o fuentes rituales para las abluciones de los fieles.
En el fondo del patio se abren 19 arcos de herradura, que se corresponden con las 19 naves del haram o sala de oración. 
Estas naves, separadas por arcadas sobre columnas, están emplazadas en perpendicular para conducir la mirada del creyente hacia la quibla, el muro de la cabecera orientado hacia la Meca. En la quibla se sitúa el mihrab, armario sagrado donde se guarda el Corán y desde el cual se dirige la oración. Delante del mihrab existe un espacio privilegiado, la maqsura, reservada a las autoridades. 
Interior. 
La sala de oración está formada por un bosque de 514 columnas de jaspe, granito y mármol. En el edificio original, erigido por Abd al-Rahman I, se reutilizaron fustes romanos y visigodos, la insuficiente altura de los fustes se resolvió gracias a una ingeniosa superposición de arquerías. Esta innovación sin precedentes permitió elevar considerablemente la cubierta (11,5 m) y generar un efecto de ligereza casi etérea; probablemente no fue más que una afortunadísima improvisación, ya que la mezquita se estaba construyendo a toda velocidad y el arquitecto sólo disponía de los reducidos fustes clásicos. 
El sistema constructivo es el siguiente: sobre  cada columna reutilizada se levanta una pilastra secundada por arcos de herradura, que contrarrestan las presiones laterales que ejerce la pilastra, estos arcos de herradura posibilitan que las pilastras sostengan un segundo nivel de arcos de medio puntos que, a su vez, soportan la cubierta a dos aguas. En la transición de la columna al pilar entran en juego los modillones de rollo que proporcionan al pilar una base lo suficientemente ancha como para admitir, en la cubierta, canales de recolección de aguas pluviales. 
Las ampliaciones respetaron la concepción de la sala de oración, sin embargo, parte de la sala quedaba sumida en la penumbra. Para iluminarla, Al-Hakam II añadió cuatro cuerpos de ventanas coronadas con cúpulas, uno en el centro y tres delante de la maqsura. Para sustentar las cúpulas sin poner obstáculos a la visión del bosque de columnas, se perfeccionó el sistema de arquerías del edificio original: dos columnas superpuestas eran flanqueadas por tres hileras de arcos lobulados entrelazados que aseguran la estabilidad, los arcos lobulados utilizados aquí estaban prácticamente cegados por las tracerías complicadas y vistosas que filtraban la luz como si fueran celosías. Las cúpulas se levantan sobre arcos que se entrecruzan formando polígonos estrellados, entre los nervios de las cúpulas se emplazaron las ventanas. 
La ampliación de Al-Hakam II revistió el interior de la mezquita de riqueza y suntuosidad. El recurso al yeso, con un gran despliegue de formas y colores, se completó en la fachada del mihrab, la cúpula interior se revistió con mosaicos importados de Bizancio.
Además de las innovaciones constructivas, la mezquita cordobesa introdujo el yeso como material preferente en la ornamentación islámica, su versatilidad dio lugar a arabescos o lacerias (frisos geométricos y flores enlazadas), motivos vegetales, inscripciones cúficas, atauriques (relieves de temática vegetal), etc. 

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