martes, 20 de diciembre de 2016

LA NATIVIDAD

Durante el reinado de Herodes el Grande, María, hija de Joaquín y Ana, vivía en Nazaret (Galilea). Estaba casada con José, un modesto carpinterio, y ambos eran descendientes de la familia de David. En esta época, el emperador Augusto ordenó que se hiciese un empadronamiento de todos los súbditos del imperio romano, para lo cual debían inscribirse en  el pueblo de donde la familia de cada uno era originaria. María y José, para cumplir  este mandato, se dirigieron a Belén, ciudad de David, teniendo que alojarse en un establo abandonado debido a su extremada pobreza. Allí tuvo lugar el nacimiento de Jesucristo. 

Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
Evangelio de Lucas, 2:1-7

La representación en las artes del viaje de Nazaret a Belén es infrecuente por las similitudes que presenta con la huida a Egipto. El tema de la Natividad fue tratado de forma diversa por la tradición bizantina y la occidental. Mientras en Bizancio la Virgen aparece recostada, agotada tras los esfuerzos del alumbramiento y asistida por comadronas occidente insistirá más en la relación materno-filial.


Guido de Siena, Natividad. Siglo XIII. París, Museo del Louvre.

A partir del siglo XV la escena se convirtió en una Adoración del Niño Jesús con presencia de pastores en la que la madre figura arrodillada, orante ante el recién nacido que irradia luz.  Ambas tradiciones comparten el carácter íntimo de la escena y la presencia casi anecdótica de José.




Tintoretto. Adoración de los pastore, 1580. Scuola di San Rocco en Venecia.

El cuadro se organiza en dos partes. En la inferior podemos ver a los pastores ofreciendo presentes a la Sagrada Familia que se encuentra en la parte superior, incorporando un tercer registro a través de las maderas del techo donde está representado la parte celestial, llena de luz y ángeles. 






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