viernes, 22 de febrero de 2013

Comentario. San Clemente de Taüll.


Título: Conjunto iconográfico de San Clemente de Taüll.
Autor: No se conoce el nombre del artista que los pintó, pero se le denominará Maestro de Taüll.
Cronología: Iglesia consagrada en el años 1123.
Estilo: Románico.
Técnica: Fresco con retoques al temple.
Soporte: Muro.
Localización original: Iglesia de San Clemente de Taüll.
Localización actual: Museo Nacional d´Art de Catalunya, Barcelona.
Elementos plásticos (línea, color, volumen de la figuras, perspectiva, etc..)
Tanto el trazo, como el color y la plasmación de los personajes, están al servicio de la exageración y de los detalles más significativos. Así, la línea, gruesa, materializa las formas y les infunde expresión. Con pocos trazos se reproducen los rasgos esenciales: el rostro de Jesús se construye a partir de unos ojos simplificados, un entrecejo que se prolonga para definir la nariz y una boca perfilada por dos rayas; el conjunto queda enmarcado por una cabellera y una barba simétricas. Pocas líneas para expresar solemnidad y severidad.
El color, denso y puro, sin matices, aplicado a grandes superficies, aplana la composición. Su gama es brillante (rojo, azul y amarillo intensos) y más violenta que la de cualquier otro país europeo. Hay, además, un intento por parte del pintor de proporcionar cierto claroscuro al introducir varias tonalidad del mismo color en los pliegues.
Las figuras son alargadas y estilizadas. La frontalidad, la rigidez y el hieratismo confieren a los personajes el aire distante requerido. La perspectiva es inexistente (excepto el libro que tiene Cristo, donde el autor no renuncia a creas espacio) y las figuras se reparten en un plano único.
Descripción / Composición
La composición sigue el esquema convencional románico: En el cuarto de esfera de la cúpula la figura sobrehumana de Jesús (Pantrocrator), enmarcada por la mandorla y flanqueada por el Tetramorfos,  abajo, y por los ángeles a derecha a izquierda. Cristo aparece nimbado, con una mano bendice y con la otra sostiene el libro en el que leemos en latín “yo soy la luz del mundo” (“ego sum lux mundi”). A los lados de la cabecera vemos las letras alfa y omega, que simbolizan el principio y el fin. Cristo aparece sentado sobre la bóveda celeste, la mandorla simboliza la luz que emana de su ser divino.
El ábside (hacia donde el fiel dirige su mirada) se distribuye en tres registros: el primero, el cielo, se adapta a la bóveda semiesférica a modo de firmamento para ilustrar una teofonía (representación divina) de carácter apocalíptico. El segundo aprovecha el cilindro del ábside, con representaciones de la Virgen y los santos, que remiten a la Iglesia y a su papel como intercesora entre el mundo divino y el humano, y el tercero, generalmente dedicado a la tierra, es aquí apenas visible.
El conjunto se beneficia de la existencia de una ventana en el ábside. La figura de Jesús (eje central vertical) se prolonga en ella, invadiendo el segundo registro, que simboliza su presencia en la tierra a través de la Iglesia. La ventana, símbolo de la luz, reafirma el mensaje del ábside, sobre todo durante la celebración de la misa, cuando el sacerdote se inclina sobre el altar y los rayos de sol deslumbran a los feligreses.
Los frescos de San Clemente de Taüll son el arquetipo de la pintura religiosa románica basada en el trazo convencional con gran protagonismo de la línea, los colores puros e intensos, la geometría (verticalidad de los personajes y horizontalidad de las franjas) y la inexistencia de perspectiva. 

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