Título: Frescos de San Isidoro de
León.
Autor: Desconocido.
Cronología: Fines del XI o
comienzos del XII.
Estilo: Románico.
Técnica: Temple o fresco.
Localización original: Panteón de
los Reyes, Iglesia de San Isidoro de León.
El Panteón se trata de un recinto
rectangular abovedado. La pintura se distribuye en los muros, en las seis
bóvedas y en los intradoses de los arcos. Se desarrollan tres ciclos litúrgicos:
Navidad (Anunciación, Visitación, Epifanía, Natividad, anuncio a los pastores,
huida de Egipto, circuncisión y degollación de los inocentes), Pasión (Última
Cena, Pasión y Crucifixión) y Resurrección (Gloria de Cristo, Apocalipsis,
Maiestas Domini y entronización del cordero). El conjunto se completa con
representaciones de los signos del zodiaco y el calendario agrícola. La estructura de la superficie fue aprovechada
por el pintor para ganar en expresividad en las escenas.
Elementos plásticos (línea,
color, volumen de la figuras, perspectiva, etc..)
El pintor usa una gama cromática
de ocres y castaños sobre fondo blanco. Las figuras, identificadas con inscripciones
en latín, destacan por sus gestos, la sensación de movimiento generada por su
disposición, las posturas y las escenas anecdóticas. Destaca la falta de perspectiva.
Descripción / Composición.
En la bóveda central se
representa el Pantocrátor (Maiestas
Domini) rodeado del tetramorfos. Cristo juez emerge de un original cielo de
tormenta, dentro de una mandorla, y sobre un fondo azul lleno de estrellas de
ocho puntas, se sienta sobre el arco iris, repetido más abajo en forma de
escabel. Cristo viste túnica y manto, levanta la mano derecha en actitud de
bendecir y sostiene con la mano izquierda el libro abierto con la inscripción
Ego sum lux mundi. Sobre sus hombros, alfa y omega, principio y fin. En los
ángulos destacan los cuatro evangelistas, con cuerpos de hombres, alas de ángel
y cabezas representando los símbolos del tetramorfo.
El anuncio de los pastores exalta la cultura pastoril de la montaña
leonesa y une con naturalidad lo sobrenatural y lo cotidiano. Las esquinas,
rincones y curvas de la bóveda se resuelven simulando riscos y montañas a
partir de los cuales se compone la escena: el ángel, en pie y con las alas
extendidas, vuelve la mirada hacia su izquierda y con las manos señala el
fresco contiguo de la Natividad; un pastor sopla un instrumento musical y otro
hace sonar el cuerno, un tercer pastor, absorto por la visión del ángel, no se
da cuenta de que su mastín leonés
aprovecha el descuido para devorar su cena. El conjunto se completa con animales
(carneros, bueyes comiendo las hojas de un árbol, dos machos cabríos en pleno
enfrentamiento) y con árboles esquemáticos y matas de hierba.
La Última Cena es una de las escena más complicada al pasar de la
forma de la bóveda a un espacio vertical solucionado por el artista simulando
marcos arquitectónicos, así Jesús aparece entre dos pilastras y una cúpula.
Jesús abraza a San Juan mientras ofrece el pan untado al traidor Judas ante la
mirada pensativa de San Pedro. A los largo de la mesa, los apóstoles comen y
hablan apaciblemente.
En los arcos se representan los
meses del año con los trabajos agrícolas y decoración geométrica y vegetal.
Los frescos de San Isidoro han
sido llamados la Capilla Sixtina del arte románico. Están relacionados al
estilo francorrománico, que penetró en España gracias a los caminos de
peregrinación.
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